Sábado 11 de Agosto: Salimos en la mañana hacia un viaje al hermoso pasado de un país, a sumergirnos en las primeras décadas del siglo XX para conocer y vivir, de la mano de sus personajes, las costumbres, arquitectura, gastronomía, música y folklore de la hermosa geografía venezolana. Un viaje en el tiempo que es posible en pleno corazón de las montañas andinas. Para ello, tomamos la carretera Panamericana y a tres kilómetros desde “La Casita de Sara”, encontramos desde donde abordamos al parque temático “La Venezuela de Antier”, en el cual son representados todos los Estados de Venezuela, comenzamos en El Castillo de Santa Rosa, donde nos dieron la bienvenida, aquí se inicia el recorrido por la historia de Venezuela (una parte) en este fabuloso museo. Cerca puedes cambiar los bolívares por lochas, la moneda oficial de La Venezuela de antier, en el Banco La Chirigua.
Para después, entrar en la aventura de conocer la verdadera Cueva de Caripe o Cueva del Guácharo la cual recorrimos. Luego probamos suerte en el tradicional juego que realizan en la Gallera Santa Inés… Y de aquí nos dirigimos a El Caney de la Comadre donde bailamos al ritmo de la música y folclore típico oriental mientras degustamos bocadillos y refrigerios típicos de esa región venezolana.
Continuamos hacia Los Llanos para seguir bailando y disfrutando de la recia música llanera mientras picoteamos una deliciosa carne en vara. Conocimos la impresionante hemeroteca y aprendimos un poco más de la geografía venezolana. En la Iglesia, veneramos a Nuestra Señora de Coromoto.
En Falcón, visitamos un museo donde vimos los primeros autos llegados a Venezuela, durante los años 20 del siglo pasado; y admiramos la fascinante arquitectura colonial de esta región.
Para luego pasar al Estado Aragua, donde apreciamos el museo de arte taurino, representado en la plaza de toros de Maracay.
Cruzamos el puente sobre la Laguna de Sinamaica y al hacerlo sentimos un nudo en la garganta mientras se nos nublaba la mente (como dice una gaita representativa de nuestra región zuliana); así llegamos al famoso barrio El Saladillo y la Esquina de Cambuleto, El Empedrao, las goajiras y las gaitas; que representan a nuestro amado Estado Zulia, donde nos sentimos como en casa porque también venden comida típica zuliana.
Continuamos hacia Lara, y al son del tamunangue y el golpe tocuyano vibramos de emoción, como estar de verdad, en la capital musical y artística de Venezuela.
En el camino encontramos a Trujillo, en él visitamos el trapiche de caña y conocimos el proceso para elaborar sus derivados como el papelón, el alfondoque y los batidos. También probamos las bebidas espirituosas elaboradas en el alambique, el café tostado, molido y colado en el sitio y nos comimos una exquisita arepa de maíz pelado con cuajada.
Llegamos con la lengua de corbata al punto más alto del recorrido por la Venezuela de Antier, el Pico El Cóndor; y hemos rebajado parte de lo que nos hemos comido durante el recorrido; de aquí nos fuimos a Mérida, hasta una imponente casona colonial, aquí nos divertimos al vestirnos con trajes, yo de dama antañona y mi acompañante de chácharo para tomarnos retratos de la época; junto a un Packard 1931, que perteneció a la familia del Benemérito… Y sin perder tiempo avanzamos para Táchira, donde encontramos una de las más completas colecciones de autos antiguos y clásicos de América Latina, exhibidos en los patios y corredores de La Mulera, la hacienda del Benemérito. Intentamos una audiencia con el General Gómez, pero no tuvimos suerte, ya que había mucha gente haciendo cola por una.
Así que mejor proseguimos hasta el cabaret El Gran Salón de la Clandestinidad, un lugar en el Distrito Federal, ideal para conspirar en contra de “el bagre” apodo despectivo de Gómez. Cantamos, bailamos y conspiramos al ritmo del charleston, el cha, cha, cha; el mambo, el son y el guaguancó”. Esto fue un disfrute total, exclusivo y familiar, sin dejar de sentir el ambiente de cabaret, con las más deliciosas bebidas de coctelería mundial. Aún embriagados de alegría nos sentamos en la Plaza Caracas, a escuchar la acostumbrada retreta mientras nos recreábamos la vista y el espíritu con la exuberante vegetación de la zona.
Algo cansados nos dispusimos a ir en busca de los 2 lugares que nos faltaba visitar; primero fuimos a Territorio Federal Amazonas, hermoso… el lugar para descansar, reposar y entregarse al placer de sentirse cerca de la naturaleza. Churuatas Piaroas, Yanomamis, Maquiritares y Curripacas cobijan el misterio y el encanto de esta exuberante región de Venezuela… y por supuesto admiramos las costumbres y artesanías de nuestros indígenas.
Finalmente, abordamos un vehículo rústico que nos condujo por carreteras de tierra hasta llegar al área recreacional agroturística de la Venezuela de antier, Yaracuy, Tierra de Mitos y Leyendas, aquí desde El Mirador de Capuchinos, disfrutamos la imponente vista de la Sierra Nevada. Luego caminamos unos 5 minutos hasta la vaquera del fuerte San Vicente, donde observamos interesantes aspectos sobre la ganadería de altura. Continuamos la caminata por 10 minutos más, a través de bosques y senderos hasta el pueblo de San Felipe, en el cual descansamos y nos refrescamos, mientras apreciamos la exuberante vegetación de esta zona.
Después de aislarte de la realidad para disfrutar con intensidad un viaje que te hace sentir que realmente vives en aquellos inmortales años 20; en los que Venezuela vivía una férrea dictadura al tiempo que crecía con la aparición de los primeros yacimientos petroleros y con el restablecimiento de la paz… Decidimos que lo que restaba de la tarde, debíamos aprovechar para pasear por la vía que va hasta el pueblo de Jají, uno de mis poblados favoritos, el típico pueblito andino, el lugar que más me impacto en mi adolescencia, al visitar por primera vez el Estado Mérida (quizá por eso -y muchas otras cosas- le tengo especial afecto a esta zona de los andes venezolanos). Un lugar turístico por excelencia, que el gobierno hace años restauró y mando a pintar todas las casas de blanco y le puso calles de piedras, así lo recordé con sus calles empedradas, llenas de gente visitando el pequeño poblado, las ventas de dulcería criolla y artesanía, los paseos a caballo que realice con mis sobrinos por sus alrededores y la calidez de sus pobladores, así que con esos recuerdos en mente partimos rumbo a Jají... Con todo lo que había degustado en la Venezuela de antier, en la vía sentimos hambre por lo que llegamos al restaurant La Haciendita, pero estaba a reventar así que seguimos nuestro camino. Luego encontramos en la curva antes de La Chorrera de las Gonzalez (hermosa cascada muy famosa en esa vía), unas chocitas en las que medio improvisado tienen una taguarita llamada: La Curva del Sabor, nos paramos a curiosear unos bocachicos colgados sobre las brasas. También venden trucha macerada en vino de mora (según es divina, pero ya no había porque se vende mucho), sancocho de gallina a la leña, pollo a la brasa y cochino frito. Pero no comimos, preferimos seguir en busca de algo que nos inspirara.
En la vía está La Viña II, una sucursal de un restaurant de mucha tradición en Mérida y en el cual hemos comido en otros de nuestros viajes. Estaba lleno, pero el local es bastante amplio, la atención excelente y la comida suculenta, que valía la pena intentar. Como su especialidad es en carnes a la brasa. Ambos optamos por el Churrasco Especial. Luego de unas cervezas frías nos trajeron el anafre (una pequeña parrillera con brasas en la que traen la carne asándose para que el comensal decida cuál es el término que la quiere disfrutar) humeante; a veces incomodo por el humo, pero en este lugar no, ya que la terraza es abierta y llega un frío agradable. En fin, comimos rico, la carne muy sabrosa, también los chorizos, chinchurria y morcilla, que acompañan al churrasco. La yuca, bollitos de maíz y arepitas con nata y queso, estaban buenos. La comida fue abundante y económica. Luego de almorzar, continuamos hacia Jají, disfrutando de la ruta llena de paisajes, de sitios y algunos dónde hospedarse, recorrerla es relajante aunque la carretera se encuentra en muy malas condiciones.
No se pueden imaginar mi sorpresa cuando al llegar al pueblo del siglo XXI, encontrarlo desolado (tuve la sensación de haber llegado a un pueblo fantasma). Vimos a turistas descender de los carros y poner la misma cara que nosotros, de impresión, espanto y susto. Sólo quería y pregunte en algunos locales: "Y qué le pasa al poblado que reúne en su seno la delicia de su estampa colonial que rememora las andanzas de 1610, cuando es fundado en tierras de los indios Xaxíes. Jají, el paraíso de la pesca en los torrenciales ríos truchícolas y la aventura presente en los caseríos de San Eusebio, que amparan el Paramito Piedra Blanca y la Carbonera, lugares donde aún se escucha el melodioso canto de la princesa Mistajá bajo la sombra de los bosques nublados. La respuesta fue lo que ya sospechábamos: “La ineficiencia gubernamental y el estado deplorable de casi toda la vía”, han sido el presagio de este desafortunado encuentro, la verdad es que perdida en los tupidos bosques, los apacibles páramos, los hermosos paisajes de los andes, la belleza de las flores y las bucólicas vacas pastando sobre el verdor, ignoré las señales que indicaban que ya no era lo mismo de antes. Espero que algún día recupere su esplendor.
Por la noche después de descansar un rato, cenamos en el restaurant Altamira, mismo del hotel donde estamos hospedados, nos comimos unos ricos burritos, mi pareja de chorizo y el mío de pollo, ambos con todo. Paseamos un rato por la ciudad y el resto de la noche se perdió para la causa entre tragos y bailar, repitiendo el mismo entretenimiento de la noche anterior, pero esta vez en La Cucaracha Rancing Bar, después de todo hacía falta el descanso y la relajación etílica en cualquier caso.
Si quieren hacer turismo, Venezuela es el mejor país. Mérida Es una ciudad relativamente pequeña, aunque ha venido creciendo incesantemente. No es extraño caminar por el conservado casco colonial o "Centro" de la ciudad y encontrar numerosos turistas de distintas nacionalidades. Mérida es un punto turístico de gran importancia, sobre todo, porque posee el teleférico más alto y segundo más largo del mundo.
ResponderEliminarFuente: tours to the galapagos islands