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jueves, 20 de octubre de 2011

VACACIONES: ISLA LA TORTUGA, VENEZUELA



En esta ocasión, voy a contarles de este paraíso terrenal que conocí en esta oportunidad de mis vacaciones. Es un placer hablarles de este lugar tan bello y tranquilo, yo estuve pocos días pero fue maravilloso. Se trata de la isla La Tortuga, para llegar a ella, salimos por carretera desde Coro hasta Caracas y posteriormente, Higuerote. Luego travesía marítima desde Buche (Higuerote) hasta Cayo Herradura (Isla La Tortuga).
Un viaje de pura aventura, se los digo para los viajeros que deseen visitar estas playas, porque deben tener espíritu aventurero y ecológico. Deben saber que allí no encontrarán el confort de los resorts del Caribe. La mayoría de las agencias de viajes los aloja en carpas con colchoneta. Eso sí con todos los servicios: hielo, agua mineral, refresco, todas las comidas (desayunos, almuerzos y cenas); comedor techado, incluyendo el dingy para el traslado de la lancha a la playa y a bordo de la lancha: baño, ducha rápida y ambiente musical. El mayor encanto de la isla, reside en su naturaleza salvaje y solitaria.
La Tortuga es una isla deshabitada al norte de Venezuela, en el estado de Miranda; a 170 km de Caracas. Es parte de una cadena de islas que incluyen el Tortuguillas, Palaquines, y otras claves más pequeñas. La Tortuga fue descubierta en 1499 por Alonso de Ojeda. En su segundo viaje, junto con Américo Vespucio, y la isla fue nombrada Isla La Tortuga por Américo Vespucio, debido a la enorme presencia de las tortugas en el sitio.
Nos contaron los guías turísticos, que durante el año 1500 la isla fue poblada por los holandeses que llegaron allí para explotar las lagunas de evaporación de sal en el este de la isla. Ellos construyeron un fuerte en la isla para proteger sus obras, la sal y segadores contra los españoles que estaban deseosos de mantener a los holandeses de la isla. Ellos fueron expulsados definitivamente en 1631 cuando el gobernador español de Cumaná Luis Fernández destruyeron sus instalaciones e inundó las salinas. Desde entonces la isla no ha tenido una población permanente y su ubicación y morfología se han mantenido intactos, lo que la convierte en una de las últimas islas vírgenes de verdad. Y es precisamente este, el mayor encanto de la isla, se sabe, reside en su naturaleza salvaje y solitaria.
Durante su estadía, se puede realizar múltiples actividades recreativas en contacto con la naturaleza: El descanso a la orilla del mar, la pesca de altura, el submarinismo y la observación de aves, son los pasatiempos predilectos. Se pueden realizar paseos por los cayos, bajos, canales, ensenadas y manglares de la isla, en especial a los acantilados petrificados –en los que se observa el cacho de venado; la laguna de Carenero de La Tortuga; las ruinas de la antigua salina; Punta Arenas, su extremo más occidental-, y los cayos Tortuguillo Norte y Sur.
Viajar a la isla de La Tortuga es como pasear por una isla encantada, del otro lado del tiempo; es la naturaleza caribeña en su más pura expresión. Allí nos encanto conocer y hospedarnos en la posada de María Eugenia Joya, dueña del Rancho Yemayá, la única de la isla. Ubicada al borde de un mar espectacular, la posada tiene un restaurante bien bueno. La atención súper especial de Carlos hace aún más grata este delicioso rancho de seis habitaciones, con piso de arena en las áreas sociales y una terracita frente a la playa, con hamacas para observar el azul intenso del mar, contrastando con la blánquisima arena de La Tortuga. También posee un patio interno -decorado con conchas marinas- y un altar protegido por deidades de distintas religiones.
Hace cinco años, María Eugenia tuvo la visión de erigir el pintoresco albergue en homenaje a "la diosa del mar, madre de todas las madres". Ella es técnico superior en turismo, chef y santera; y en su posada acoge turistas extranjeros y locales, los invita a conocer los parajes solitarios de la isla, les prepara elaborados platos a base de pescado y les brinda, si así lo requieren, su asistencia espiritual. Señala que, para encontrar una habitación los fines de semana, se debe reservar con un mínimo de 15 días de anticipación.
La isla La Tortuga, a pesar de la inconsciencia de algunos visitantes desalmados que contaminan sus vírgenes espacios, ha sabido resistir, más o menos intacta, el acoso del tiempo: en sus 155 kilómetros de costa, conviven en paz una gran variedad de peces, crustáceos, algas marinas y aves residentes y migratorias, algunas endémicas. Por lo que distintos grupos ecologistas han sugerido una mayor protección de sus frágiles zonas naturales.
Ojalá que los venezolanos de las futuras generaciones puedan contemplar la naturaleza inhóspita de La Tortuga, un frágil patrimonio natural, cuya biodiversidad se debe conservar. Me dio gusto compartirles este lugar muy lindo, para quien tenga la oportunidad de ir, se emocione y lo haga, se lo recomiendo, especialmente para relajarse y descansar.









ISLA TORTUGA, VENEZUELA